Una noche para toda la vida by Melanie Milburne

Una noche para toda la vida by Melanie Milburne

autor:Melanie Milburne
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2021-09-23T10:55:13+00:00


Louis la besó muy despacio al principio, hasta que una oleada de deseo se adueñó del él y profundizó el beso con una acometida imparable de la lengua.

Ella se abrió a él como una flor y él gruñó mientras la besaba como si fuera el último beso que iba a dar en su vida. Los labios de Ivy eran suaves y apasionados y a él le bulló la sangre con un anhelo renovado. Hacer el amor con ella le había alterado, no para mal, pero de una manera que no se había esperado. Normalmente, era algo físico que disfrutaba como cualquier otro hombre, pero había sentido algo distinto con Ivy. No solo porque hubiese sido la primera vez de ella, aunque tenía que reconocer que eso había hecho que fuese inolvidable, también porque el sabor de su piel y la reacción de su cuerpo lo habían trastornado como no había hecho ninguna otra mujer.

La besó por todo el cuerpo, pero se detuvo en los pechos antes de pasar a la parte interna de los muslos. La provocó con la lengua y los labios y le paladeó el rincón más femenino de su cuerpo. Ella contuvo el aliento y se estremeció cuando alcanzó el orgasmo… y él no podía esperar más a entrar en su acogedora humedad.

Ivy lo agarró y él tuvo el tiempo justo para ponerse un preservativo antes de hundirse en ella. Todos sus sentidos se desataron cuando Ivy empezó a moverse al mismo ritmo que él. El ardor, el olor, el contacto de la rigidez masculina con la suavidad femenina, todo ello lo elevaba a una dimensión donde no se podía pensar, donde solo existía el placer más devastador.

Después, una vez saciado, una idea se le abrió paso en la cabeza. ¿Le bastaría con una noche?

Intentó pensar en otra cosa, pero Ivy estaba acariciándole el muslo y supo que la avidez que sentía por ella no se satisfaría en una noche. Sin embargo, tendría que aceptarlo y ceñirse a lo planeado. Era tentador alargarlo más allá de una noche, pero también era muy peligroso. Era avidez física y nada más, y desaparecería si no la avivaba, si no hacía nada más. No podía hacer nada más y no lo haría… pero cuánto lo deseaba.



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